martes, 9 de junio de 2009

El colmo del hombre bala.





-Papá, quiero ser... hombre bala.


Y El padre se pregunta: ¿En qué he fallado?


Sabe que el primer hombre bala fue lanzado en 1875 y el segundo, una chica, en 1877. Que el récord de lanzamiento está en 56,54mts. Que hoy en día quedan unos 50 desperdigados por el mundo y, seguramente, sudan la gota gorda para llegar a fin de mes. 


El hijo, incómodo por el silencio del padre, saborea la emoción de ser el héroe de la tarde; de escuchar al público rugir segundos antes de ser lanzado por los aires; de ser propulsado y atravesar las nubes sin contemplaciones para acabar aterrizando sobre la colchoneta.  


Finalmente el padre se oye decir en voz alta: -Si crees que te va a hacer feliz, adelante. 

Miente como un bellaco deseando a su vez que se trate de un inocente capricho infantil.


Pasaron los años y el niño se hizo, por este orden, mayor y hombre bala. Cada vez más, contra lo que vaticinó el padre en silencio, tenía más espectáculos dónde saltar. Pero, a medida que su fama iba aumentando, se encontraba con que más frecuentemente se le taponaban los orificios corporales. 


Llegó al punto de tener que expulsar todos los tapones antes de cada función, a riesgo de quedarse encasquetado en el mismo cañón sin ninguna lógica aparente. Por momentos, el suelo del camerino se llenaba de todo tipo de tapones: de cristal, de corcho, de plástico, de caucho, de silicona, de cera, de goma, de madera, de polietileno y así hasta cualquier tipo de material que podía cubrir cualquier cavidad.


No hay comentarios: