lunes, 2 de noviembre de 2009

La gripe de la minoría.

La gripe pasó y la gente se quitó la máscara.

Tenían mucho que contar por que fueron varios meses sin pronunciar una palabra. Sms, e-mails, cartas (de las de toda la vida), tweets y muros ayudaron a pasar el mono.

Aún así, hubo quién reventó, engordó y quién se apuntó a clases de fonética para aprender de nuevo a hablar.
No es de extrañar que todo el mundo estuviera pendiente de la noticia. Mientras tanto, cada día una legión de creyentes ponía velas a la virgen de Fabla.

El silencio molestaba a la mayoría, era más ruidoso que un vagón lleno de niños de San Ildefonso. En cambio, una minoría estaba encantada con la paz que se respiraba en las clases, en la oficina, en el gimnasio y hasta en la tv.

Precisamente fueron ellos los primeros en saber que el silencio había terminado. Fueron ellos los primeros en encontrar a Porky muerto, su cerdo H1N1.

No hay comentarios: